¿Por qué? ¿Por qué nos duele tanto la muerte? ¿Por qué extrañamos tanto a nuestros seres queridos que fallecieron? ¿Qué hace que a pesar del tiempo no pueda dejar de pensar en él (ella) ni un solo día?
No, no lo sé ni lo entiendo, sólo sé que duele… y mucho.
Pensamientos como estos son los que pasaron por mi mente durante mucho tiempo después de que viví varias pérdidas… y no, no había respuestas que representaran un consuelo ante la ausencia.
No, tampoco fue el tiempo el que curó las heridas, fue un intenso trabajo interno, de la mano de Pía Rodríguez, quien es tanatóloga y me acompañó durante cerca de 18 meses para vivir el proceso de duelo de una manera amorosa.
Lo cierto es que la muerte de un ser amado o las pérdidas duelen y mucho, profunda e inexplicablemente.
Durante mucho tiempo los ¿por qué? ahí estuvieron, quizá porque si a veces no tenemos respuestas sobre la vida, mucho menos buscamos las que se generan en torno a la muerte.
Sí, son procesos muchas veces dolorosos pero necesarios para encontrar las respuestas a esos “¿por qué?” que luego se convertirán en un “¿para qué?”, y si no las hubiera, tenemos que atravesarlos para sanar nuestro corazón herido.
No, no hay que temerle a este tema.
Si hay que llorar, llora… si hay que enojarse, enójate… si hay que negociar, negocia… si a veces niegas la situación, niégala, porque al final, después de pasar por todo eso, llegará la aceptación ante lo inevitable… así es, la muerte siempre está acechándonos.
– BlanCalma